domingo, 10 de julio de 2016

Commanderie de Bordeaux´16




Estábamos ya totalmente ambientados en la ciudad de Burdeos cuando llegaron el resto de Commandeurs. Con el tiempo justo de dejar las maletas y ponerse guapos, nos encaminarnos a nuestra primera visita Chateau Bouscaut.







Después de hacer un recorrido por sus instalaciones y disfrutar del encanto del château, nos dirigimos a cenar.



A la mañana siguiente comenzamos la larga jornada con la primera visita al Château La Louviere, de la familia Lurton, uno de los preciosos châteaux con los que cuenta esta prestigiosa saga del mundo del vino.




Recorrimos sus instalaciones, para terminar en la sala de catas y probar el resultado, después de empaparnos de las diferentes técnicas de vinificación, que cada una de las bodegas realizan para crear sus vinos.





La siguiente parada fue una de mis preferidas, Château Carbonnieux. Es así por ser una de las primeras que visitamos al entrar en la Commanderie, perteneciente a la familia Perrin. Una familia encantadora que llevan generaciones haciendo grandes vinos. El château fue inicialmente una pequeña abadía.




Como anécdota curiosa tenemos el enorme nogal que Thomas Jefferson plantó en este château en su periodo como embajador de los EEUU en Francia entre 1785-1789 y cuya visita quedó plasmada en una placa.


Esta bodega también cuenta con una fantástica colección de coches antiguos exclusivamente franceses.



Una vez hicimos todo el recorrido por sus instalaciones nos dirigimos a la sala donde se realizaría el almuerzo y el maridaje de sus vinos.


Después de la encantadora visita a Carbonieux, nos marchamos a la joya del viaje, Château Haut-Brion,


donde pudimos disfrutar de una muestra de la técnica de elaboración de sus propias barricas, de vinificación, guarda y finalmente cata.





Volvimos al hotel para refrescarnos y dirigirnos al último destino del día.


Para terminar la larga jornada, teníamos programada  la visita al Château Malartic, propiedad de una familia belga en su segunda generación como propietarios del château.





Malartic cuenta con una de las salas de vinificación más modernas de las que habíamos visitado y que realizan todo por gravedad. Después del paseo tanto por las zonas técnicas como por sus jardines, nos dirigimos al interior del château para comenzar nuestra cena.


A la mañana siguiente cambiamos de ruta y fuimos a visitar el nuevo museo de la ciudad, La Cité du Vin.


Un edificio futurista emulando la caída del vino dentro de la copa, junto al nuevísimo puente Chaban-Delmas. La construcción de este museo se inició en septiembre de 2013 y hace pocos días ha comenzado a recibir a sus primeros visitantes. En él puedes encontrar absolutamente todo lo que quieras saber sobre el mundo del vino: su historia, zonas vinícolas, variedades, aromas, texturas, catas, reuniones, tienda....absolutamente todo. Un lugar imprescindible para los amantes del vino.



He de decir que la visita nos resulto a todos corta, debes tomarte tu tiempo para poder aprovechar toda la información que te ofrecen. Pero debíamos acudir a nuestra última cita que no era otra que el Château Siran, dicho así quizás no os diga nada, pero este château fue propiedad de la familia Toulouse-Lautrec.





La familia Mihailhe, de procedencia francesa y ubicada en Filipinas desde hace dos generaciones, volvieron a su país para comprar este château. Amantes de las colecciones, cuentan con algunas realmente interesantes, tanto de conchas filipinas, porcelanas de Baco, catadores, ánforas antiguas, botellas...





El château es el menos palaciego, pero uno de los más bonitos y con mayor encanto que visitamos de todo el viaje y con un jardín espectacular. Además su bodega digna de envidiar.



El viaje acabó y aunque tristes por despedirnos, nos fuimos con un buen sabor de boca.


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