domingo, 29 de noviembre de 2015

SAPOREM

Esto no podía seguir así, tanto restaurante, tanto restaurante…Parecía que se habían puesto todos de acuerdo. ¡Esto es un boicot! Hemos hecho tantas decoraciones de restaurantes últimamente, que como siga probándolos todos nunca recuperaré mi cintura.

Ya había oído hablar de Saporem y su carta resultaba muy tentadora, pero Moly, ¡tienes que ser fuerte! Para ello fui a cubrir el post a media tarde para no caer en tentaciones, acompañada por unos amigos.


En cuanto entré en el local reconocí un montón de piezas RECOUPAGE y mientras les pillaba distraídos aprovechaba para fotografiarlas.







Tanto en SAPOREM de Chueca, en la calle en Hortaleza, 74,  como en el del Barrio de las letras, en Ventura de la Vega, 5, cuentan con dos espacios particularmente acogedores, como es un patio interno encantador.



La decoración fue realizada por Requena y Plaza, un estudio de arquitectura y decoración fundado por Juan Luis Requena y José Francisco Plaza y con los que tuvimos la suerte de colaborar con nuestros materiales.




Me sorprendió el ambientazo que había de chicas, una atmósfera especial, no sé, cómplice y eso me gustó.


Yo venía mentalizada a no pecar, por eso había decidido esa hora. Estaba disfrutando de la copita de vino que me había pedido, cuando de repente, el camarero me agredió en lo más profundo de mi amor propio entregándome una carta de de gin tonics y otra de tartas. Le miré, como mira un gatito desvalido, con ojos cristalinos y labios temblorosos.

No me había dado cuenta, inocente de mí, de que era sábado y es ese el día elegido para hacer los Cakes & Tonics, un plan maquinado por SAPOREM donde puedes disfrutar de reuniones con tus amigas con un plan absolutamente maquiavélico, gin tonic+tarta casera+manicura, ¡¡¡por solo 10 euros!!!






Una vez me rendí a la tentación me vine arriba, disfruté del momento y me dije  ¡Qué demonios!, ¡Carpe Diem!

domingo, 22 de noviembre de 2015

Mi dulce membrillo


El otoño también es generoso y nos sigue ofreciendo un montón de regalos para disfrutar. Uno de ellos es el membrillo.

Ya sabéis que este fruto viene de la familia de las peras y las manzanas. ¿Se referiría a esto la señora Botella? Bueno, sigamos.


Dicen que el membrillo es anterior a estas dos frutas, con lo cual, es lógico que se diga, se rumoree y se comente que fue este el  fruto del paraíso y no la mal afamada manzana. Si esto fuera así, ¿os podéis imaginar la cara que se le debió de poner a Adán cuando la mordió, con ese sabor agrio, astringente y poco atractivo? Me parto, ¡mira que eres mala, Eva! A lo mejor de ahí viene la frase de…¡eres un membrillo!

Bueno, este  bellísimo fruto no da placer al primer mordisco pero, sabiéndolo manejar, termina dando buen resultado, después de llevarlo por el buen camino.

Nosotros hoy  lo vamos a convertir en dulce de membrillo o carne de membrillo. Para ello debes tener el día libre, ya que es un amante muy posesivo y como te separes un rato, ya se te ha quemado.
La diferencia será que lo haremos con otro fruto del otoño: la nuez.


La mezcla de estos dos ingredientes es una auténtica bomba, que se mantiene en perfecto estado durante largo tiempo y presentándola con quesos es un espectáculo.


Vamos con la receta:

                                       
     Dulce de membrillo con nueces



Ingredientes:

1kg de membrillos
750gr de azúcar
 300gr de nueces peladas
300ml de agua


    Preparación:

Lavar bien los membrillos hasta quitarles toda la pelusilla que tienen. Trocearlos con piel y semillas…


O sacarle las semillas y ponerlas en una bolsita de cocción, lo importante es que participen en ella para soltar su pectina y de esta forma ayudar a cuajar.


Dejar macerar toda la noche con el azúcar para que suelte su almíbar y por la mañana ponerlo  a cocer con el agua.


Cuando se ve que está bien cocido, se pasa por un pasapuré si se ha puesto con las semillas, o directamente lo trituras con la batidora, en el caso que hayas colocado las semillas por separado.


Aquí es donde aparece el/la amante posesiv@ que no te deja moverte de su vera. Lo pones a hervir y  es en este momento cuando me visto de astronauta, con los guantes de horno, una larga espátula de madera y coloco un paño encima ya que salta y salpica como un condenado y te puedes achicharrar. La cocción está terminada cuando pasas la espátula y se ve el fondo limpio.


Le agregas las nueces y lo colocas en moldes. Es trabajo intenso pero disfrutas de él en muchas ocasiones del resto del año y quedas como un auténtico profesional.


Como dice mi amada Allende: “Los postres son a la mesa lo que los conciertos barrocos son a la música: un arte delicado” (Afrodita).


domingo, 15 de noviembre de 2015

Un paseo en noviembre

Es la hora de sacar al perro, ya anochece muy temprano y no te puedes relajar porque te atrapa la noche. Estamos a mediados de noviembre y el otoño nos regala una de esas tardes maravillosas, soleadas, sin viento, serenas.



Empiezo el recorrido por el camino de tierra que circunda la casa, llego a la carretera, cruzo el río sobre el puente y bajo por una escalera de tierra que algún anónimo voluntario ha improvisado para que gente como yo no se desgracie el coxis.

Paso por debajo del puente y me dirijo a un antiguo camino de tren que han convertido en carril bici, mientras me paro a saludar a uno de mis mayores.



A mi izquierda, el río, a mi derecha, uno de los cientos de campos que nos rodean. Tengo la suerte de presenciar el arado de uno de ellos.


El molesto olor a combustible es absorbido por los miles de aromas terrosos que aparecen cuando clava el arado en la tierra. El agricultor mira desconcertado sintiéndose observado por una voyeur improvisada. A nadie de la zona le resulta novedad y no se paran a mirar algo tan cotidiano. Yo, como buena urbanitas digievolucionada en individuo del lugar, todavía me queda ingenuidad para disfrutar como una niña de ese instante.

Dejo que gire de nuevo 180º y espero para ver, una vez más, como clava de nuevo sus uñas en la tierra, dejando esta perfectamente peinada. Mientras veo como se aleja aspiro una vez más para guardar en mi memoria ese aroma y continúo mi camino.


Me siento una privilegiada. Todo el mundo debería tener la oportunidad de reciclarse de vez en cuando. Parar esta vida meteórica que nos ha tocado vivir y poder disfrutar de las cosas más sencillas que nuestro estrés nos impide valorar. Hoy yo soy RECOUPAGE.



Continuo mi camino, estoy disfrutando tanto que amplío el recorrido para que no termine. Napoleón, mi perro, me mira de reojo desconcertado por regalarle unos cientos de metros más de paseo y me lo demuestra pegando pequeños saltitos mientras corre entusiasmado.

Los nogales y las acacias están ya casi desnudos, me encuentro con el  que me tiene enamorada. Un nogal descomunal, con un tronco que no abarcan mis dos brazos.


En cambio los sauces, las hayas, higueras y avellanos se resisten todavía a perder su hoja,


Hasta que una buena ráfaga de viento les quite de un soplido sus pocas expectativas.


Cruzo de nuevo el río por otro puente y llegamos a casa, Moly es una mujer con suerte.




domingo, 8 de noviembre de 2015

Los Olivos

Acabamos de hacer la vendimia y ya hemos terminado con la fermentación alcohólica. Es el momento de prestar atención a los olivos.


He de decir que mi relación con el mundo del aceite y las almazaras, aquí frantoi ( frantoio en singular), empezó a la vez que con el vino y siempre en Italia, con la diferencia de que de aceite no sé nada. Me limito a disfrutar de su sabor y versatilidad. Mi única relación con los olivos hasta entonces había sido de lejos, cuando cruzaba Jaén de camino a Sevilla, en mi más tierna infancia.




Aquí en Toscana, la aceituna se recoge inmediatamente después de la uva. Esto es finales de octubre o principios de noviembre. No se parecen en nada a los olivos españoles, primero porque los podan de una forma diferente, haciendo de ellos árboles estilizados, todo lo contrario que los conocidos aquí en España, que los dejan mucho más redondos.


Y segundo, porque hubo una gran helada en Toscana en los años 80 y se murieron el 90% de ellos, por lo que los de esa zona son relativamente jóvenes o han rebrotado, salvo alguna joya que se salvó.



Una de las experiencias más bonitas que he tenido ha sido a principios de noviembre en un día espectacular, fresco claro y con un sol precioso, recoger con mi hijo la aceituna. Como el que recoge picotas. Crac, crac, crac, crac…cogiendo la rama desde el tronco entre tus dedos, deslizándolos hacia el exterior mientras vas arrancando las aceitunas  que van a parar a tu mano en puñados, ¡una gozada!


Es una época preciosa para visitar Montalcino. La vendimia ya ha terminado, la gente está relajada, el trabajo está en bodega. Las viñas adquieren esos tonos cobrizos que dan al paisaje ese color espectacular.


Todavía no ha llegado el frío. ¡Y el nuevo aceite ya está aquí! Verde, turbio, fresco, recién prensado…, zumo de aceituna.


La trasladas a la almazara por un bucólico camino...


Y la cuidan como si fuera suya, para entregarte únicamente lo mejor de ella...



Los palets van personalizados...


Para que solo te lleves el jugo de tu aceituna...


Descargan...


Seleccionan...



¡Y se obra el milagro!


Todo, absolutamente todo, es rociado con este oro líquido. Sobre carnes, pescados, cremas y, por supuesto, ensaladas.


Nosotros no lo comercializamos porque es poquito, sólo para uso familiar y os aseguro que sabe a gloria.


Allí todos lo colocan con orgullo en sus mesas. En las casas, en los restaurantes, donde quiera que vayas, esa familia tiene olivos y se enorgullece de compartirlo. Especiado y picante. Delicioso.