domingo, 23 de octubre de 2016

EDIMBURGO

Después de varios intentos por parte de mi molinero de ir a esta ciudad y mi negativa, al estar en unos puestos más atrás en mi lista de destinos preferidos, llegó el momento de  visitarla por razones de trabajo.


Las causas de mi negativa eran sobre todo térmicas. Nunca encontraba el momento oportuno para ubicar una visita a esta ciudad, porque siempre hace tan mal tiempo... da pereza, la verdad. Así que nuestro espíritu emprendedor fue el culpable de esta maravillosa aventura. Debíamos reunirnos con el equipo de nuestros importadores VINUMterra para visitar a nuestros clientes de PININO presentes y futuros.



Salimos de Madrid con una temperatura de 30ºC y nos dio la bienvenida esta ciudad con sus fresquitos 12ºC.


Al llegar a este lugar me quede helada y no precisamente por la temperatura, si no por la belleza que compone esta ciudad con más de 1500 años de antigüedad y considerada Patrimonio de la Humanidad.


Mi molinero me tenía reservada una sorpresa, nos hospedaríamos en el Waldorf Astoria, The Caledonian, un hotel construido a principios del siglo XX, en 1903.


Si el hotel ya era todo un regalo por si mismo,


el encontrar sus baños decorados con griferías de Lefroy Brooks, una de mis favoritas junto con Czech & Speake o verte ubicado a los pies del castillo, lo hacían aún mucho más especial.


Nos abrigamos, nos armamos con un buen paraguas y nos dirigimos a empaparnos de esta ciudad, nunca mejor dicho.


La visita al castillo es imprescindible, aunque solo sea para disfrutar de la exposición de las joyas de la corona escocesa o simplemente de sus maravillosas vistas. Es el lugar más visitado de Escocia.


Pero no debes quedarte ahí, al salir de la fortaleza su calle principal está llena de negocios ofreciendo todo tipo de formas para utilizar sus lanas, bufandas, echarles, capas, chaquetas de cachemir, merino...


Una vez te alejas de la fortaleza y su ambiente de parque temático, lo más atractivo es dedicarte a pasear por sus calles.


Cruzando el North Bridges puedes disfrutar de un plano general de su Old Town, mientras recorres su Princes Street donde se encuentra su zona comercial.




Edimburgo está ubicado en un valle rodeado de siete colinas, no encuentras una zona fea o menos atractiva con sus miles de chimeneas


y su atmósfera de los clásicos de la BBC y cuando crees que ya lo has visto todo y no hay nada que te vaya a sorprender, vuelves a encontrarte con una nueva calle donde su final está compuesto por otro cuadro lleno de una frondosa vegetación y alguna escultura o edificio maravilloso.





El tono grisáceo que tienen sus fachadas es producido por un barniz protector debido a la capilaridad de su piedra.


Otro dato curioso es el gran numero de ventanas tapiadas que te encuentras por toda la ciudad, la causa fue que hubo un tiempo en el que se pagaban impuestos en relación al número de ventanas que tuviera tu propiedad.


Se acercaba el momento de trabajar un poco y empezamos con un futuro cliente, propietario de un restaurante de pescado  Kilted Lobster, que estaba a punto de abrir otro de carnes a la brasa.


Después visitamos a nuestros clientes ya habituales como Ristorante ITALIA, en el que estaban realizándole un mural de lo más logrado




o el encantador ANFORA, un wine bar con un acogedor restaurante, que está ubicado en un antiguo almacén de barricas de whisky,  en los bajos del club de whisky más antiguo de la ciudad.


También visitamos Léscargot blanc, un encantador wine bar restaurante propiedad de un joven emprendedor francés que ha hecho de este local un espacio RECOUPAGE lleno de encanto.




Por último nos dirigimos a nuestra última visita y no por ello menos importante. Se trataba ni más ni menos que de WEDGWOOD,



un acogedor restaurante propiedad de Paul y Lisa Wedgwood con una estrella Michelin, que todavía no eran nuestros clientes y que tenemos el placer de que lo sean hoy en día.

El día había sido largo, nos escapamos a cenar y aunque la oferta era bastante amplia y variada, nos dirigimos a uno especializado en mejillones que nos habían recomendado MUSSEL INN SEAFOOD restaurant y por lo lleno que estaba debía ser bueno.


Eran las 23.30 de la noche cuando volvíamos al hotel, todavía de día. Caímos en la cama como piedras, después de una jornada trepidante. Al poco tiempo me desperté y vi que estaba amaneciendo, miré el reloj y vi que solo eran las 3.30 de la mañana, ¡Qué horitas para amanecer! Estábamos en los días mas largos del año.


Este viaje resultó una auténtica sorpresa, estoy deseando volver y adentrarme mucho más en esta ciudad y ampliar mi territorio a toda esta fascinante Escocia.


A la mañana siguiente nos despedimos de nuestro Waldorf y su variopinta clientela. Nos dirigimos al aeropuerto rumbo a Londres donde seguiríamos con nuestra aventura, pero esa ya es otra historia.


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