domingo, 5 de abril de 2015

THE GOTHAM HALL


                                                                                    New York

Todos los años, el Consorcio del Brunello di Montalcino organiza una cata en New York y en otra ciudad de USA. Es una fantástica oportunidad para buscar importador, si aún no lo tienes, visitar al que ya tienes o reforzar lazos con los clientes que tu importador ya te ha proporcionado. Este año tocó esta ciudad y San Francisco.

Nosotros solemos llegar al lugar donde se celebra el tasting como una hora antes para preparar los vinos y dejarlos respirar para que se abran. En este caso empezaba a las 12.00, pero hay otros que empiezan a las 10.00 y aquí está una servidora catando vinos a las 9.00 de la mañana. Por supuesto no me los trago, si no estaría contándoles lo que les quiero a las dos horitas.


El americano en general es muy expresivo y gran amante y conocedor de los vinos italianos,  aún más del Brunello, por lo que no tienes que explicar demasiado. Como mucho, ubicación y producción.


Es realmente agradable dar a degustar tu preciado bebé, que has estado cuidando durante cinco largos años a personas que de por sí, ya conocen y aman el Brunello.

Otra de las maravillas de estar en New York es el lugar donde hacemos el tasting, The Gotham Hall. Un antiguo banco que convirtieron en sala de convenciones.



El escenario es tan bonito, los clientes tan entusiastas y el vino tan rico, que se crea una atmósfera fantástica.



En este caso llegaron clientes ya 15 minutos antes de la hora de apertura. Se acercan con sus libritos para  apuntarlo todo y sus vasitos, algunos, para expulsar el vino catado de una forma más... discreta.



Y cataron...


Cataron...


Cataron...


Cataron...


Cataron...


Cataron...


Cataron...


Y cataron, ¡hasta dejarnos sin existencias! 



Y en estos casos lo más bonito es cuando vuelven una y otra vez a degustar tu vino, trayendo a otros para corroborar que el tuyo es el que más les ha gustado.

Ya a última hora, después de haber hecho su trabajo, se relajan y se dejan llevar. Y más de uno termina ligeramente escorado.

Nosotros, agotados pero contentos y con una sonrisa de satisfacción, no podemos dar ni un paso más. Sobre todo yo, así que me quito los tacones, me planto mis Uggs y nos vamos a relajar para más tarde salir a cenar. Me gusta mi trabajo.


No hay comentarios:

Publicar un comentario

Gracias por tu comentario.