domingo, 14 de febrero de 2016

SEYCHELLES IV

“Indiana Jones y el Templo Maldito”

Entre tanta aventura arácnida, fuimos conociendo la isla poco a poco. Salvo  las arañas modelo mamut y los murciélagos rubios del tamaño de un buitre, que se reúnen en manada en las copas de los árboles, para tomar café (horror), mil pies gigantes, lagartos y los más variopintos insectos… salvo eso, todo, y digo, todo en Las Seychelles es maravilloso.


Sus playas espectacularmente blancas, acotadas por enormes piedras de granito, las convierten en únicas en el mundo. Al contrario de archipiélagos como el de Maldivas, sus islas están coronadas de colinas o montañas, con microclimas que cambian el paisaje constantemente.




El recuerdo  ineludible que no puedes dejar de adquirir es el COCO-DE-MER, la semilla de una palmera del tamaño de un balón de playa que se asemeja tanto al pubis de una mujer, que no sabes luego donde colocarlo en la decoración de tu casa. Su exportación está controlada por el gobierno, y cada semilla que sale del país tiene que llevar un sello numerado. Y ¡ay de ti como te pillen en el aeropuerto con un coco-de-mer sin sello!

Los habitantes de este archipiélago son de color, pero gran parte de ellos se mezclaron con los colonos, por lo que te encuentras con un alto porcentaje de personas con rasgos afro y totalmente rubios, algo muy bonito y pintoresco. También hay un gran número de habitantes indios o singaleses, dueños casi todos de los comercios de alimentación.


Las tortugas centenarias junto con los fairy terms (Gaviotin Hada), un pajarillo blanco como la nieve con el pico negro, son los emblemáticos animales de estas islas.
Después de pasar 6 maravillosos y agitados días en Pralin, nos dirigimos en ferri a la isla de La Digue, mucho más pequeña y tranquila. Y digo tranquila, porque no tuve ningún altercado con ningún bicho viviente.




La isla está llena de senderos que la cruzan por donde puedes adentrarte en el mundo de sus habitantes. La vida pasa despacio y tranquila. Y a la misma velocidad van sus lugareños, a los que ves ir y venir más paseando que trasladándose.




Los días en Las Seychelles tocaban a su fin. Fue uno de los primeros paradisíacos  viajes que he tenido la suerte de hacer. Y a día de hoy, uno de mis tres destinos preferidos, junto con Tahití y Maldivas, pero ya os ire contando  porque esa es ya otra historia.


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