domingo, 5 de junio de 2016

CÁDIZ II

No suelo escribir dos semanas seguidas sobre lo mismo, pero esta vez haré una excepción, no quiero que pierdas ripio.

Después del buen sabor de boca que me había dejado la ciudad de Cádiz, mi curiosidad aumentó con sus alrededores. 

Y así fue como "Thelma y Louise", léase "Isa y Moly", emprendieron su aventura por los caminos de Cádiz. Leer más


Para empezar nos fuimos hacia el interior y llegamos a Vejer de la Frontera, un precioso pueblecito blanco situado a 200 metros de altura sobre el río Barbate. Por su buena ubicación estuvo poblado desde el Paleolítico y en la Edad de Bronce ya estaba amurallado, aunque dudo que sus murallas actuales daten de aquella época.


Sus calles empedradas, sus casas encaladas encastrándose con la piedra de la muralla 



sus ventanas,



sus puertas, 



y sus callejones






hacen que a cada paso estés disfrutando de un maravilloso cuadro. 







Sus iglesias, como la del Divino Salvador 


o la del Convento de la Concepción, dan muestra de la amplia belleza de este lugar, 



como la Puerta de Berbería o Puerta del Sur, que estuvo cerrada durante siglos por su enclave en la judería y para impedir el acceso a los piratas berberiscos.



Después de este comienzo pensé que sería difícil de superar, arquitectónicamente, imposible. Pero
con la excusa de que acababa de terminar  la Almadraba y con ella empezaba la temporada del atún, mi prioridad fue no desaprovechar esta ocasión e ir en busca del mejor lugar donde degustarlo.

Como no habíamos comido nada en Vejer, el estómago empezaba a manifestarse, así que nos fuimos a comenzar nuestra investigación culinaria a otro destino no lejos de allí: El Campero, en Barbate.



En este restaurante empezamos degustación. Sólo queríamos atún y sólo atún. Lo que encontramos fue un pincho moruno de atún y, lo mejor, unos dados de atún marinados al momento que estaban para levitar.



De allí nos marchamos a la playa de El Palmar, 



otra playa kilométrica donde degustamos en el Restaurante Fco. Alférez otras dos elaboraciones de atún: un tartar y un tataki en una terracita estupenda casi pisando la arena. Yo iba  cual lagarto plantando la cara al sol como si no hubiera un mañana, después de la temporada de lluvia que nos habíamos comido sólo quería sol, sol y más sol.



Al terminar de comer decidimos ir a dar un paseíto por la playa, pero desgraciadamente tuvimos que abortar la misión, ya que se levantó un Levante, valga la redundancia, que si me hubiera puesto crema habría terminado como una croqueta.



Así que sin perder la esperanza, nos marchamos a buscar un lugar a 
sotavento y lo encontramos en la playa de Roche. Me sorprendió encontrar, al fin, el final de una playa por estos lares. 







Cuando nos hartamos de sol, decidimos irnos por fin a pasear por la playa de Cortadura, a la salida de Cádiz y después del viento que habíamos tenido y que aún daba algo de guerra, nos encontramos con una escuela de Kitesurf y el ambiente era brutal.













Nosotras nos resguardamos de nuevo, pero esta vez en el Nahu Beach, un chiringuito con muy buena pinta y muy buena fama que nos permitió disfrutar de las últimas horas de sol de un largo, intenso y maravilloso día.



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